sábado, 12 de abril de 2008

VIAJE USA 2002

VIAJE al SUR DE ESTADOS UNIDOS en Octubre 2002
MIAMI, HOUSTON, NUEVA ORLEANS

He de avisar que comienzo el Diario de Viajes con este de 2002 porque eso es lo real, pero que tanto Miami como Houston no están ni muy documentados ni muy ilustrados con fotos, porque eran los primeros viajes después de varios años sin hacerlo y tenían el objetivo de disfrutar con la familia mas que de hacer turismo, motivo por el cual ni vimos muchos sitios ni tomamos muchas fotos.

Ya el de Nueva Orleans (aquí mismo, en 2002) está mas documentado y a partir de aquí y en los años posteriores SÍ he tomado interés en el viaje en sí y me he informado de los sitios que veía... en fín que creo que pueden ser de mas ayuda a la hora de planificar un viaje futuro.


MIAMI

Empezamos el viaje pasando una semanita en la zona sureste de Florida, nos hospedamos en Fort Lauderdale, frente al mar y por las mañanas aprovechábamos la playa, me encantaba la temperatura que hacía siendo octubre, porque como soy friolera no llevo bien el clima de Madrid en esa época, y por las tardes recorríamos la costa en un coche alquilado: Miami, Pompano, Boca Ratón, Palm Beach… hace ya 5 años y los recuerdos no pueden ser pormenorizados, pero sí recuerdo esos paseos todas las tardes en coche entre la delgada línea de tierra que separa a un lado el océano y al otro el canal -brazo de agua que entra paralelo a la costa-, se veían grandes mansiones, la mayoría con embarcadero propio, de la misma manera que aquí tenemos el coche en la puerta del chalet, allí además en la parte trasera tienen el yate, todas tienen el jardín sin vallar (cosa que me resultó muy curioso por ser la primera vez que lo veía, después he ido visitando otros estados y comprobado que es muy usual no vallar las propiedades, que se respetan igualmente y que ese hecho no implica que no estén bien seguras, recuerdo que era difícil parar el coche para ver un mapa o algo así, porque la carretera no tenía sitio adecuado para hacerlo, y al no tener arcén se entorpecía el tráfico, además alguien nos dijo que no era conveniente parar en ninguna casa, cosa difícil pues estaban seguidas unas de las otras, es decir que el recuerdo, espero que no equivocado, es el de grandes mansiones muy seguras aunque no en apariencia, con bonitos y cuidados jardines, y todo propiedad privada. Otro recuerdo que sí está muy grabado en mi mente son los paseos por estas ciudades, por ejemplo Boca Ratón, viendo sus tiendas exclusivas, preciosas y… carísimas, o cenando muy agradablemente en una terraza de “Las Olas” que es el llamado barrio francés de Fort Lauderdale. También fuimos al Mall de Miami, que tiene muchas tabernas y restaurantes, nos sentamos en el “Ugly Tuna” que está a borde del agua y pasamos un rato muy agradable viendo lo animado del sitio, había muchos chavales probablemente disfrutando a la salida de clase, yates entrando y los típicos puentes que se elevan para dejarlos pasar, que están por todos lados, por cierto, el que se ve en concreto desde el Mall, cuando está cerrado no es carretera sino vía del tren. Nos perdimos la excursión a los Everglades para ver cocodrilos, pero bueno, después los hemos visto sin necesidad de excursión, tanto en los Cayous de Luisiana como en la zona privada de Cabo Kennedy en el norte de Florida, en otro viaje que ya contaré en su día. Y hablando de cocodrilos, 4 años después lo he comido en una taberna muy conocida de Milton Keynes que está a pocos kilómetros de Londres. Bueno, a decir verdad tengo otro recuerdo desagradable y fue justo la entrada en el aeropuerto, no sabíamos el nombre del hotel porque lo había reservado mi hermana, y casi nos quedamos sin poder pasar el control porque el policía fue de todo menos amable con nosotras, por más que explicábamos que ellos nos esperaban al otro lado de la puerta y que sólo era cuestión de llamarles al móvil y se solucionaba, quiso ponernos las cosas difíciles y marearnos de un lado a otro, pero bueno como ya pasó lo olvido y ya está, sólo que si soy sincera lo debo ser en todo.
En resumen, Fort Lauderdale lo recuerdo como descanso, playa y lujo.



HOUSTON

Desde Florida nos fuimos en avión a Houston, a una zona residencial muy bonita y muy verde que se llama The Woodlands, por supuesto que también allí hacía esa temperatura tan agradable que a mi tanto me gustaba y además había una piscina con playa artificial y un jardín muy pocholo con puentes, algún día fuimos al gimnasio que tenía unas grandes cristaleras dando a la piscina… todo muy placentero, la verdad. Por la mañana, antes de empezar camino, parábamos el coche en “la oficina” de la “urbanización” y nos tomábamos nuestro cafetito, cortesía de la casa, en unas tazas isotérmicas que aún conservo.




Y ya, a ver mundo, Houston tiene un mall muy grande y cuidado –como todos los que he visto después, que
en eso a los americanos no hay quien les gane-, se llama “La galería” y como era época navideña tenían ya montado el grandísimo árbol que sobrepasa las 2 plantas. A menudo ibamos al mall de The Woodlands, que aunque más pequeño es preciosísimo para mi gusto, se llama “Portofino” (ver foto) y tiene las fachadas que parecen de puntilla. Un día fuímos a ver el Down Town de Houston, lo vimos rápido y sin bajar del coche, era domingo y no había nadie por la calle, vimos los rascacielos –aún no he visto un estado que no tenga alguno-, vimos pasarelas aéreas que comunicaban edificios, para no tener que bajar a la calle, ya que probablemente eran de las mismas oficinas, y poco más es lo que recuerdo. Intentamos sin éxito, ir a Galveston, pero unas lluvias torrenciales enfangaron todo y no había modo de llegar. Pero sí fuimos, y quedé encantada con la visita, a un pequeño y muy pintoresco pueblo Amish que se llama Old Town Spring, estaba muy decorado para la época, y allí hicimos muchas fotos.
En resumen, de Houston recuerdo, muchas anécdotas relacionadas con mi precioso sobrino –que no vienen al caso aquí-, una casita preciosa, las pequeñas cosas cotidianas que tanto me gustaban como el cafetito mañanero, el pueblo Amish que me encantó, y por supuesto los mall.






NUEVA ORLEANS


Ya que estábamos por el sur, mi hermana propuso viajar hasta Luisiana para que nosotras conociéramos Nueva Orleáns, que como muchos otros sitios ella ya lo conocía. Con lo que después ha pasado allí –el Katrina- consuela haberlo podido conocer antes del desastre, cuando ocurrió lo sentí muchísimo como es natural, pero más si cabe por el hecho de pensar en esa pobre gente, algunos de los cuales conocimos, y espero que se hayan salvado, como el recepcionista del hotel que una mañana no paraba de saludarnos desde la otra acera y nosotros, sin reconocerle al final le contestamos pero con dudas, y al día siguiente nos hizo salir del error, claro que para él era mas fácil pues en esos días se jugaba un macropartido y la población negra se había duplicado, sin embargo la configuración de nuestro grupo era mas reconocible.

De N. Orleáns SÍ guardo muchos recuerdos, empezando por el viaje en coche desde Houston (Texas). Pasamos por Lafayette, Baton Rouge -la capital- el primer sitio de la carretera que venimos recorriendo en que está permitido el juego, y esto se anuncia a bombo y platillo varios kilómetros antes de llegar, impactante de verdad pasar por la carretera en esa zona, es una obra de ingeniería impresionante porque en realidad es un largísimo puente con pilares que emergen de la tierra pantanosa que estamos atravesando “los bayous”, varios kilómetros de pantanos infestados de caimanes a ambos lados de la carretera-puente que atravesamos. Y en el viaje de regreso a Texas pudimos ver la extracción de pozos de petróleo que hemos visto un millón de veces en las películas, me refiero a ese artilugio que parece un pollo picando, había a cientos, en el de ida no me había fijado.

Y ya estamos aquí, y sigo con curiosidades, empezando por el hotel que era un antiguo almacén de algodón o de cereal no lo recuerdo, nuestra habitación era inmensa y además tenía como 2 plantas de altura, y no exagero en absoluto porque es realmente así, y una gran ventana que ocupaba casi las dos plantas de alto, era increíble, la cama estaba a casi un metro del suelo y había 2 escalones de madera para subir a ella, todo muy antiguo, la cama, los escalones… el colchón tenía mas espesor de lo habitual, medía fácilmente sus 30 cm. de ancho, ya sé que puede parecer que me lo invento o que con los años lo estoy distorsionando, pero nada mas lejos, es así y además coincidimos todos en los mismos recuerdos, o sea que no es apreciación subjetiva ni nada parecido, parecía que te metías en una de esas camas antiguas que ves en los palacios cuando los visitas, porque además aunque esto no lo aseguro cien por cien, tengo casi la certeza de que era de lana. Conociendo N. Orleáns tampoco extraña tanto porque todo es de la época colonial muy cuidado, y por todos sitios había antiguas fábricas de algodón y cereal.

Me gustó muchísimo el recorrido por el Mississippi en un barco a vapor con unas palas rojas que utiliza para desplazarse, recuerdo haber visto ese tipo de barco en películas que recrean viajes fluviales de la época colonial y era pintoresco estar recorriendo el río en uno igual, tengo varias fotos del barco y las palas, ya el embarcadero es precioso, es de madera pintada en verde y rojo, el trayecto lo amenizaban con música, y como era una excursión de día entero y salimos por la mañana, también incluía la comida, comida cajún que es muy picante y muy típica de Luisiana, (por cierto, 2 años después he tenido la oportunidad de volverla a tomar en una ciudad de Carolina del Sur que se llama Charleston, pero esta vez ya iba preparada y no se me saltaron las lágrimas), desde el barco vimos muchos edificios muy bonitos que de otro modo hubiera sido imposible, barcazas de empuje (que no de arrastre) y una reproducción de una barcaza de esclavos (foto abajoderecha), fuimos a una plantación algodonera (foto abajo izquierda) y fue un paseo muy agradable.


Según te alejas, vas dejando el largo puente que cruza el río, el Mississippi es muy ancho de modo que el puente ha de ser largo forzosamente, y también vas perdiendo de vista la zona del Down Town, que tiene pocos rascacielos pero a mí me gusta, dejo foto también de estos dos sitios.




De vuelta recorrimos el muy conocido barrio francés, con sus balconadas de hierro forjado, los músicos y artistas
de la calle, y cenamos en un restaurante muy grande y muy bonito todo de madera, la verdad es que estaba tan lleno que casi te tropezabas con el de la mesa de al lado, pero tuvimos suerte y al vernos 4 adultos y un bebé nos dieron una mesa muy buena en la esquina del fondo pegada a la cristalera, con lo que no tuvimos que luchar por el espacio y además veíamos la calle. Por cierto, esa noche para ir del hotel al barrio francés, tomamos un tranvía eléctrico, de los que van por vías y hacen contacto con dos cables aéreos, con asientos laterales adosados a las paredes, esos tranvías los había visto yo en las postales del Madrid antiguo y ahora iba montada en uno, es que N. Orleáns era un viaje en el tiempo, a la vuelta tomamos un taxi. Creo recordar que estuvimos 4 días, uno para el Mississippi y los otros para el barrio francés, cerca del embarcadero está la Plaza de España que tiene un banco circular de piedra corrido bordeando toda la plaza y adosados a ella los escudos de todas las provincias hechos de azulejos, también fuimos al famoso café du Monde, donde nos tomamos un cafetito y bollos muy ricos que son muy típicos pero que no recuerdo como se llaman, en los alrededores de la plaza del barrio francés puedes hacerte un tatuaje, conocer tu futuro, llevarte una caricatura de tu cara realizada en el momento… está plagada de artistas ofreciéndotelo, además de las esculturas vivientes, que después en Callao y Preciados (Madrid) hemos visto muchos personajes disfrazados y estáticos como estos, pero hasta ese momento yo no lo había visto. Otra curiosidad es la cantidad de niños que bailan claqué con cascabeles en los zapatos esperando que les des unas monedas, por no hablar de los establecimientos amenizados con jazz, que los hay a cada paso, como no podía ser menos en la cuna del jazz.


Aunque no he pormenorizado en edificios, recorriendo la calle Royal Steet y entrando sólo un
poco en sus perpendiculares, según el mapa que ahora tengo delante, se ven hasta 38 puntos de interés, la mayoría eran casas particulares victorianas de la segunda mitad del siglo XIX (foto), además de callejones famosos, y edificios mas notables como el Cabildo y la Catedral de San Luis, pero en mi cabeza ya no está tan detallado, y pretendo que sea un diario de lo que recuerdo, mas que una guía turística, así es que no me dedicaré a copiar lo que veo en el mapa, sólo quiero dejar mi impresión para el futuro.



En resumen, de N. Orleáns guardo un millón de recuerdos, y todos me transportan a otra época, parece un viaje en el tiempo más que en el espacio: almacenes antiguos de algodón y cereal, tranvías eléctricos, muchachos “claqueando”, plantaciones de algodón, el barco a vapor… además de muchas curiosidades: la picantísima comida cajún, los bayous y los caimanes, los pozos de petroleo de regreso. Sinceramente, siempre que pienso en N. Orleáns también me viene a la mente el Katrina, pero no quiero insistir en este punto, que esto es un diario de viaje, no de sentimientos.



Este es el final del viaje de un mes por el sur de Estados Unidos, con mi madre, mi hermana, mi cuñado y mi sobrinillo, y debo agradecerles toda la atención que han puesto para enseñarnos sitios y hacer que nos sintiéramos cómodas.

Como en el resto de entradas. Si alguien quiere dejar un comentario, será muy bien recibido.