jueves, 19 de mayo de 2011

Budapest, Mayo 2011

Mayo de 2011, mi amiga Encarna y yo, acabamos de volver de un viaje encantador a Budapest, hemos disfrutado por todo lo que hemos visto, nos lo hemos pasado genial en los baños termales, y nos hemos desfondado subiendo a la curva del Danubio pero –finalmente- el observar esa panorámica tan preciosa ha hecho que mereciera el esfuerzo.

El apartamento en donde nos hemos alojado está súper bien ubicado –casi enfrente del parlamento, un poco hacia el sur, en dirección a la Basílica de San Esteban. Es una buena finca de la etapa comunista, casi pegada al Danubio, lo que nos permite-cuando salimos todas las mañanas ,y por supuesto a la vuelta- contemplar una vista estupenda de la otra orilla –Buda-, El Bastión de los Pescadores parece enmarcado a propósito entre las 2 aceras de la calle, y al doblar la esquina aparece majestuoso el Parlamento. Es un regalo que todas las mañanas nos hace la ciudad, el poder disfrutar de la vista del Bastión y sus alrededores, nada mas salir de la casa en dirección a nuestro bar donde siempre nos esperan 2 cafetitos pequeños pero muy aromáticos.

Sábado 7 de Mayo

Llegamos anoche, tras un buen vuelo, y ya nos estaba esperando el dueño del apartamento para llevarnos en su coche, esto lo habíamos acordado ya desde España, por un precio parecido al de un taxi de la estación, nos llevará él. Perfecto.


Hoy madrugamos porque querríamos estar en la Basílica de San Esteban sobre las 10 de la mañana, aunque anoche decidimos que daba igual si nos dormíamos porque nos sobra un día según la planificación del viaje, pero sí, nos hemos despertado y allá que vamos.

Lo primero, encontrar un bar para tomarnos un cafetito, y cerquita de casa hemos localizado el bar pequeñito que –como dije antes- tienen un café riquísimo.


Durante el corto trayecto que nos separa de San Esteban, vamos observando la monumentalidad de Budapest, Budapest es “imperial” y aún conserva –en las calles del centro- muchos de los Palacios y Palacetes “Palota” en Húngaro. He sacado mil fotos a los edificios, porque –mas allá de los monumentos importantes y sus afamados baños termales- Budapest es una secuencia de Palacetes a cual mas bonito, algunos necesitan una reforma, pero aun así son impresionantes.


La Basílica de San Esteban es una maravilla, tanto por fuera como por dentro. Tanto nos ha gustado que el último día hemos contemplado la posibilidad de volver a visitarla, no hemos podido por falta de tiempo. Por cierto, aunque cobran una pequeña entrada, no teníamos suelto y el clérigo de la puerta nos ha sonreído e invitado a pasar sin poner el menor problema.


Desde allí, -desandando el camino- vamos al Parlamento, tenemos la visita guiada en Español a las 11,30h, la reserva la hemos hecho desde España, y sólo con presentar dicho resguardo en la puerta X, nos dan las entradas –gratuitas para los Europeos-.

San Esteban nos gustó, pero el Parlamento nos tiene flipadas, es tan grande, tan suntuoso, tan cuidado… es una maravilla de edificio, tiene un millón de salas y pasillos decoradísimos con esmero, es una maravilla. Hemos disfrutado muchísimo de esta visita tan estupenda.


A la salida le propongo a Encarna, bordear el Parlamento y acercarnos a la orilla del río y buscar –yo sé donde están exactamente- la hilera de los zapatos de los Judíos, que es una obra artística para recordar la barbarie que tuvo lugar durante la segunda guerra mundial: en dicho punto, los judíos del gueto de Varsovia eran atados en parejas, y tras disparar a uno de ellos, eran arrojados al rió. La hilera de zapatos pretende recordarles, como si sus zapatos estuviesen aún esperando a que sus dueños volviesen a salir del agua tras darse un baño.


No ha sido fácil acceder a la zona de los zapatos porque hay que cruzar una carretera y además la acera va subiendo varios metros en cuesta, de modo que es imposible acceder tampoco a la acera cuando vuelves de la orilla, pero bueno… con alguna carrera y un poquito de rodeo, lo hemos conseguido.

Tomando Academia U., (y yo voy fotografiando cuanto palacete pasamos),

llegamos a la Plaza Roosevelt, de donde arranca el famosísimo Puente de las Cadenas, cerca vemos el precioso edificio de la Academia de las Ciencias, y en la plaza –tras un millón de fotos en el puente-, entramos en el vestíbulo del Palacio Gresham –hoy convertido en un lujoso hotel-.




Subiendo Zrinyi U. aparece San Esteban al final de la calle, blanca y majestuosa… es una maravilla esta basílica, como tenemos que hacer tiempo para entrar en La Ópera (la visita guiada es a las 15h), deambulamos extasiándonos con la secuencia de edificios de fachadas imponentes que encuentras en cualquier calle del centro,



y terminamos comiendo una pizza justo a los pies de San Esteban. ¡qué mejor sitio para disfrutar de la comida y la vista que aquí, justo en la acera de enfrente de la Basílica!, por cierto, en cada silla de la terraza hay una mantita doblada por si te apetece… ¡qué detallistas son estos Húngaros!. Fue un rato verdaderamente placentero, estar allí compartiendo esa pizza, con esa enorme cerveza, admirando la Basílica y a la vez disfrutando de la quietud y el sosiego que había a esa hora en esa pequeña terraza bajo los árboles…. Precioso, para recordar.


A las 14,30h ya estamos comprando las entradas en la taquilla de la Ópera, aprovechamos para hacer unas fotitos en el hall –desierto en este momento-, y con la tranquilidad de las entradas en nuestro poder, seguimos paseando los alrededores, nos acercamos al Teatro de la Opereta y me quedo embelesada con un edificio que hay justo enfrente, dejo foto.





Por cierto, es en este momento cuando me percato de lo preciosas que son las tapaderas de las alcantarillas, todas distintas y con un dibujo en filigrana muy bonito. Tengo foto.




Las 15h, empezamos la visita guiada a la Ópera, espectacular, maravillosa, imponente, han sido 40 minutos que nos han pasado volando.





Bajamos por la elegante Andrassy Ut. jalonada de Palacetes, teatros, restaurantes… un paseo encantador,



hasta llegar a Deak Ter, una amplia y preciosa plaza, que nos conduce a la cercana Vorosmarty Ter, una plaza concurridísima de público, con actuaciones callejeras, y mucha vida pululando, se ve que es uno de los centros neurálgicos del ocio de la ciudad, en la misma plaza entramos al café Gerbaud, pero no hay mesa y no queremos esperar



Seguimos camino, en dirección al Mercado Central, tomando Vacy Ut, una de las calles mas vistosas de Budapest (junto con Andrassy Ut.), es peatonal, y -como en las otras- encuentras fachadas espectaculares.


Nos hemos desviado un poquito para conocer por dentro la Iglesia Luterana, y ha sido un acierto, tiene un altar muy bonito,



Un ratito en la cercana Vigado Ter, que es una tranquila plaza donde está el Auditorio, y muy cerca nos hemos metido a tomarnos una estupenda cerveza en una taberna de estilo irlandés, cuyo amable dueño nos sugiere volver después a cenar, lo cierto es que es una oferta muy apetecible –por menú y precio-, pero este punto ya nos queda algo retirado del apartamento, así es que no volveremos.



El tranquilo paseo por Vacy U. que continuamos, nos muestra los imponentes y gemelos Palacios Clotilde, nos adentramos un poquito para ver la Iglesia Franciscana, y seguimos bajando, llegando al Puente de la Libertad, y finalmente al Mercado (cerrado a esas horas, como ya sabíamos).





Torciendo por Vamhaz Korut llegamos en pocos metros al Museo Nacional Húngaro –cuyo césped está muy concurrido por gente paseando o disfrutando de la tarde-, y desde allí, al Mueso de Artes Aplicadas –para ver el exterior de este bello edificio secesionista,




Dejo unas cuantas fotos mas de Palacetes preciosos.

Hemos terminado la visita del primer día y ha sido una gozada, he de decir que la temperatura cambia mucho entre las horas del día y la noche, pudiendo caer en picado al atardecer… ¿por qué digo ahora esto?, pues porque, cuando salimos esta mañana al Parlamento hacía fresco y me puse abrigo, después volvimos al apartamento para quitarnos todo lo que nos sobraba –que con el sol ya no se aguantaba-, pero ahora hace frío y estamos lejos del apartamento por lo que volveremos en metro, lo malo es que vamos tan contentas y excitadas con todo lo que hemos vivido hoy, comentándonos todo lo que hemos visto, los sitios estupendos donde hemos tomado una cervecita… en fin… todo, que ni me he percatado de hasta qué punto tengo frío, y el resultado es un catarro con nariz taponada y calenturas en el labio superior que me durará hasta una semana después de haber terminado el viaje… si es que soy muy friolera, ya debía de saberlo, que yo no puedo coger frío porque luego me dura una eternidad el malestar… bueno…. Es igual, ha sido un día fantástico.


Domingo 8 de Mayo

Hoy va a ser un día estupendo porque lo vamos a dedicar a disfrutar y relajarnos en los baños termales. Como ayer no pudimos visitar la Gran Sinagoga –ya que al ser sábado estaba cerrada-, hoy será lo primero que hagamos. Llueve pero llevamos paraguas, así es que todo va bien.

No hemos encontrado el bar del café donde desayunamos ayer (es que al salir de casa, hemos girado a la derecha en vez de a la izquierda, cosa lógica ya que ayer fuimos desde otro camino, pero no volverá a ocurrir), además es domingo y son las 9 de la mañana… todas las cafeterías cerradas o preparándose para abrir, pero de camino a la Sinagoga encontramos en Deak Ter una cafetería del estilo de Starbucks y nos tomamos un café grande y compartimos una muffin.

Llegamos a la Gran Sinagoga a las 10,15h, hemos realizado la visita en Español y nos han explicado estupendamente tanto el edificio –se trata de la mayor sinagoga de Europa- como los penosos acontecimientos acaecidos aquí durante la persecución a los judíos.



Después salimos al patio trasero, donde se encuentra el monumento al Holocausto, el cementerio con las fosas comunes, y el muro en donde se alojan las pequeñas lápidas adornadas por piedrecitas (los judíos utilizan pequeñas piedras para adornar sus tumbas, como nosotros utilizamos las flores).



Salimos de la Sinagoga, y seguimos acompañados por el guía, que nos conduce al cercano Barrio Judío, un gueto compuesto por patios contiguos, en donde hoy se respira un ambiente de tranquilidad y silencio, pero en 1944 fue el punto de partida desde el que decenas de miles de judíos fueron trasladados directamente a campos de exterminio. Lo cierto es que cuando se está allí y lo piensas, dan escalofríos.


Y volvemos al apartamento para recoger los accesorios del baño, al volver aprovechamos para recorrer nuevamente Andrassy Ut. (y ver edificios que ayer no vimos, o nos pasaron inadvertidos entre otros tantos),




y llegamos a la Plaza de la Libertad (cerca del apartamento) ayer no vinimos por aquí sino por el río, y aprovechamos para fotografiar los magníficos edificios de Correos y del Banco Nacional, además de saborear el encanto que de por sí tiene la propia plaza y los edificios que la rodean, desde el monumento que aloja la llama votiva se tiene una perspectiva muy buena del Parlamento.


Nos cambiamos de ropa, cogemos la toalla, bañador y zapatillas,… y al Balneario Széchenyi, para llegar tomaremos la línea 1 el metro, que es la línea más antigua de Europa, data de 1896, y verdaderamente tanto los vagones como las estaciones te trasladan a otros tiempos, es muy interesante.


El Balneario Széchenyi está dentro del Parque Városliget, y antes de entrar a los baños queremos conocer bien este precioso parque, se entra a través de la Plaza de los Héroes (que me recuerda bastante a la de Bruselas), en el centro el Monumento del Milenario, y a ambos lados el Museo de Bellas Artes a la izquierda y a Galería de Arte a la derecha,



El Parque Városliget tiene para disfrutar un buen rato, es bastante grande, puedes ver el exterior del CastilloVajdahunyad, a cuya tienda de recuerdos entramos y compramos unas figuritas regionales (que están en todos las tiendas de souvenirs, pero las hemos comprado aquí),




llegamos coincidiendo con una fiesta infantil que me recuerda al Wannadoo de Florida (estuve con mi sobrino hace apenas 5 meses, y está explicado en esa entrada del blog), familias disfrutando, peques montados en los coches con los bomberos… un rato divertido

andando, andando… casi nos salimos del parque sin encontrar el balneario, preguntamos a unos policias y nos contestan mal (pero ha sido la única excepción, así es que no es lo normal), al llegar a otra esquina preguntamos a otra pareja de policías y estos nos indican amablemente.


Y llegamos al Balneario, el exterior es muy bonito, esto promete…. Y ¡vaya si prometía!, ha sido una auténtica gozada, hemos pasado una tarde genial, al principio disfrutando de las diferentes temperaturas de las distintas piscinas termales (bueno, eso Encarna, porque yo he estado todo el rato en la más caliente -38ºC- y ni he metido un pié en las demás, al final encontramos una pileta a 40ºC y me metí de cabeza -nunca mejor dicho-, pero es una pileta profunda -no una piscina-, no puedes nadar así es que no es tan divertido, me quedo con la piscina de 38ºC. -donde tengo hecha la foto-),



de la piscina a la sauna de aromaterapia, de allí otra vez a la piscina, y ahora a la sauna de cromoterapia, y de nuevo a la piscina, y ahora a la sauna de vapor… una gozada. Me gusta tanto que esto lo hago semanalmente donde vivo, pero aquí -además- es con agua termal. He disfrutado mucho



Como estoy mala -y hace frío- me resisto a salir a las piscinas exteriores (que no quiero ponerme aún peor, ahora que la sauna me está curando la garganta), pero -gracias a la insistencia de Encarna- finalmente la acompaño afuera, y….





Hasta ahora todo había sido disfrutar del bienestar del agua y la sauna, pero ahora empieza la diversión, ¡lo que nos hemos podido reír!, jugando como si tuviéramos 8 años en la piscina que da vueltas, una corriente de agua te empuja hacia delante, dentro de una piscina semicerrada circular… aún lo recordamos y se nos escapa la risa tonta.



Hemos estado 4 horas y ha sido lo mas divertido de todo el viaje, imprescindible si vas con alguien con quien conectas porque te lo pasas bomba. También hay una piscina de chorros en la que juegan al ajedrez –que fue donde primero nos metimos-, y en la que da vueltas el mecanismo alterna las vueltas con chorros perimetrales y otros que salen del suelo en el centro. Nótese en las fotos que son piscinas distintas, una es la circular y otra la de chorros y ajedrez, en el extremo opuesto.



Al salir tomamos el metro casi en la misma puerta y nos fuimos al apartamento, a descansar un poquito, porque tanto agua, tanta sauna, y ¿por qué no reconocerlo? tantas risas… al final terminas cansada.


Pero un pequeño reposo y ¡hala! a salir a cenar y contemplar Budapest por la noche, que además -como tenemos tan buena ubicación- es súper fácil, paseo nocturno por el río y fotos a la otra orilla –Buda-, y ahora callejeando hasta la Basílica de San Esteban, y a cenar una pizza compartida –en el mismo restaurante donde comimos ayer-. Buenas noches.



Lunes 9 de Mayo

Hoy toca visitar Buda, y va a ser un día fascinante, como queremos llegar a las 13h a la Ciudadela –para poder disfrutar hoy también de otros baños, los Gellert-, madrugamos bastante, además tendremos que cargar todo el día con la toalla, bañador y zapatillas, pero no nos importa. Desayunamos en el bar de al lado de casa –que ayer vimos como ir-, y a las 9 de la mañana ya estamos en el Puente de las Cadenas.


Hemos sacado mil fotos del puente y la maravillosa panorámica que se ve cuando lo vas paseando, además -como es muy pronto- no hay nadie que nos moleste en las fotos. Perfecto


Llegamos a los pies del funicular, pero -bien aconsejadas por otras amigas mías que ya han ido- preferimos subir andando a través del camino que serpentea la colina. Ya arriba la vista es espectacular.




La zona del Palacio está con obras, operarios por todos lados y casetas de madera que nos van a afear las fotos, pero bueno, nos damos un buen paseo por toda la zona. Un operario está adoquinando y en ese momento me acuerdo del apartamento de Roma -donde Juan Carlos y yo nos "disfrutamos" el adoquinado-, se lo comento a Encarna y se lo tengo que contar a Juan Carlos que le va a gustar el recordarlo. Y como suponía, le ha gustado... cuando has disfrutado en un sitio, agrada recordarlo en sus pequeños detalles.


al salir del recinto veo 2 leones en actitud de rugir amenazantes, y –como soy tan payasa- le digo a Encarna que me haga una foto imitando al león. Al pasar la puerta están los mismos leones pero en actitud seria y regia, y es el momento en que Encarna decide que ahora la foto es la que le corresponde a ella, ja,ja,jaaaa… si es que no somos serias, ja,jaaaaa.




Bodeando el Palacio Sandoz –que ya está empezando a llenarse de japoneses-, nos adentramos en el Barrio del Castillo, hemos estado paseando toda la mañana, primero en el Bastión –y hemos entrado en una galería con vistas al Danubio que pertenece a una cafetería, adonde -si podemos, a la vuelta- nos prometemos entrar para disfrutar de una cervecita en un sitio tan precioso. Aunque desafortunadamente, al final no dio tiempo.



La Iglesia Matyas es espectacular, con una decoración muy colorista, nos ha gustado mucho.






Desde allí hemos subido toda la calle Orszaghaz U., hemos consultado en una oficina de Información sobre cómo ir a Gellert, y siguiendo la calle ahora nos metemos por Fortuna U. hasta llegar a la Plaza de la Puerta de Viena,




Va apretando el hambre (bueno, la sed principalmente) y ya por aquí no encontramos cafeterías ¡si hubiéramos sabido esto y que iba a ocupar tan poco tiempo la visita de este barrio, nos habríamos quedado disfrutando de la cerveza en el Bastión!, pero por las dudas de no llegar a los baños quisimos aligerar,... bueno.



Menos mal que en la Puerta de Viena hemos encontrado una tienda y comprado sendos bocadillos -tan grandes, que hemos pedido a la tendera que nos cortara a la mitad- y 2 cervezas, y ahora cada cual nos tomaremos medio y compartimos una cerveza, muy a gusto sentadas en la Plaza.


Ya repuestas, seguimos visitando el barrio del Castillo, vemos las ruinas de la Iglesia de Sta. María Magdalena, y bajando ya la Uri U –calle de los Nobles- que como su propio nombre indica, ubica preciosas viviendas góticas y barrocas, llegamos al principio del barrio (o la salida, según se vea), aprovechamos para comprar -en correos- los ticket para tomar el tranvía que nos llevará a la colina de Gellert, como nos indicaron en Información.




Terminamos la visita a muy buena hora, y como el tranvía hemos de tomarlo a los pies de la colina casi a la orilla el río, planteo si podemos acercarnos a ver la Iglesia de Santa Ana que está en una parada anterior a la que deberíamos tomar, y eso hacemos.





Y al llegar a la iglesia está cerrada, pero eso no impide el contemplarla por fuera, es un precioso edificio enclavada en una zona ajardinada con árboles, lo que le añade atractivo, y en la otra fachada ya estamos en la orilla del Danubio, unas fotitos por aquí y por allá, y en menos de un minuto aparece el tranvía.




Por un momento creemos que nos hemos pasado de parada, pero no, va todo bien, y nos deja a los pies del Balneario de Gellert, desde aquí empezaremos a subir la colina Gellert, pues queremos ver la Ciudadela. La subida a la Ciudadela se hace enterna, porque además los caminos se entrelazan y bifurcan sin ninguna indicación, todos los turistas vamos despistados siguiendo sólo la consigna de subir cada vez mas, lo malo es que a veces el camino sube y de repente baja, y ya viene el despiste.


Se hace difícil y estamos cansadas y sedientas, así es que optamos por sentarnos en unas escaleras que encontramos, y allí mismo dar cuenta de la otra mitad del bocadillo que llevamos cada una y compartimos la cerveza que nos quedaba –un poco caliente ya, la verdad-, y además tenemos tanta sed que se nos queda escasa.



Y a seguir para arriba, hasta la explanada donde está el Monumento a la Liberación, la vista merece la pena todo el esfuerzo de llegar, estamos muy contentas.



Ahora a bajar, tomamos otro camino con escaleras que promete ser mas fácil, error, hemos terminado dando la vuelta a la colina, y a veces un poco a ciegas sin saber qué vendría mas allá. No se siente inseguridad en ningún momento, es sólo que el camino se hace largo porque es fácil perderse. El trayecto ha sido curioso, porque hemos atravesado toda la zona residencial de viviendas de la zona de Buda, se ven casas preciosas y muy cuidadas, se ve que es clase acomodada.


Cuando llegamos abajo, torcemos a la derecha y -extrañadas de que no aparece el balneario por ningún sitio- preguntamos, ¡y como no, era a la izquierda!, menos mal que el despiste ha supusto pocos metros. De regreso, ya en la buena dirección, vemos una taberna muy pintoresca y entramos a apagar nuestra sed (que la media cerveza quedó muy escasa, y además de eso hace ya mucho tiempo).




Y a las 14,20h ya estamos en las taquillas del Balneario Gellert. Este balneario es famoso por haberse rodado en él el anuncio del Danone, pero no es tan divertido como el otro, aunque las instalaciones son muy bonitas, está muy cuidado y merece la pena conocerlo.




Hay poca gente, y todos extranjeros, salvo 4 señoras mayores oriundas -habituadas a otra cultura de baño diferente a la nuestra-, lo digo porque pasean y se bañan absolutamente desnudas en las piscinas interiores. Pagamos16 € al cambio –con derecho a vestidor individual-, en el otro pagamos 12 € con derecho a taquilla –ignoro cuanto hubiera subido el pedir vestidor-, … a disfrutar.



La piscina interior –la de las columnas- es preciosa pero está fría, así es que yo no he metido mas que un pie literalmente, además hay una terraza que da al exterior, y 2 piscinas termales interiores –una a 36 ºC, y otra que dice que está a 38ºC… pero no es verdad, que de temperatura de agua entiendo ¡eh! y aquí habría como máximo 36ºC.

Eso unido a que a ninguna nos es cómodo estar en el agua sentadas al lado de las señoras mencionadas (y no es por ninguna cuestión moralista, que ¡a estas alturas de la vida!, no, es por una mera cuestión higiénica, que luego… mucho obligarte a que te tienes que poner el gorro de baño para nadar en las piscinas exteriores, pero….), pues eso, que en cuanto Encarna descubre la exterior, ya no volvemos a entrar. En el interior también hay una sauna seca y otra húmeda, esas me han gustado.

La piscina exterior de vez en cuando tiene olas (en la foto de Encarna se ven), pero también está fría, así es que –aunque lo he intentado para poder jugar con las olas- me ha sido imposible entrar.




No importa, en otra exterior mas pequeña encuentro mi paraíso, está agradable de temperatura (no demasiada pero se aguanta bien), pero… lo mejor… ¡tiene 2 chorros que salen desde arriba, con tal potencia que quienes lo han probado no han aguantado ni el rato que funcionan!, bueno, salvo yo, que me he aprovechado de esa circunstancia, y como a mí sí que me encanta (por mucha fuerza que lleven, y si no… que se lo digan a mi pobre masajista, que la pobre se tiene que dejar los nudillos en mi espalda, porque dice que soy de corcho, ja,ja,jaaaa), pues eso… mi paraíso.


Y así hemos pasado el resto de las 4 horitas que hemos estado en estos baños, piscina de chorros, que se alternan con otros mas suaves que salen de las paredes –y este es el paraíso de Encarna-, y la sauna que está a dos metros de la piscina, que está súper chula porque estás sudando la gota gorda y viendo por una ventana el exterior, me ha encantado. Por cierto, atención a la foto de los secadores de pelo ¡alucinantes!


A las 19h, y hechas unas pasas, emprendemos regreso al apartamento, cruzamos el puente de la Libertad, aprovechamos para hacer fotos a los tranvías, este tipo de foto va dedicada a Encarna, que le encanta sacar fotos a todos los tranvías de los sitios donde vamos, lo hizo en Praga, se tiró un buen rato hasta que consiguió la que le gustaba en Viena… en fin, ella es de tranvías y yo de callejones estrechos, tal para cual.


Cruzando el puente podemos contemplar de nuevo la panorámica del río, algo distinta a la de esta mañana porque aquella era desde el Puente de las Cadenas, nos hacemos unas fotos haciendo el tonto ¡cómo no!, porque veo que están llenas de tornillos -tochos los tornillos-, y le digo a Encarna que me haga una foto desatornillándolos, en fin…en nuestra línea.



Y el puente desemboca en el mercado, tampoco podemos verlo hoy porque ya ha cerrado (estaba previsto, no es ninguna sorpresa), así es que de regreso al apartamento, pasamos por Vaci U. ¡que mira que nos gusta esa calle! y nos sentamos a cenar en una terracita de un restaurante monísimo, un menú húngaro riquísimo compuesto por goulasch, pollo con paprika al estilo húngaro y otras cosas deliciosas.


Acaba de llegar el primer plato, cuando veo -en la tienda de enfrente- un cartel de información y turismo, como mañana queremos hacer una excursión fuera de Budapest y no sabemos muy bien cómo ir, me acerco a preguntar –tras pedir permiso a Encarna, por supuesto-. Esto de levantarme de una mesa no lo hubiera hecho yo en mi vida, y si me ve mi madre o Juan Carlos se hubieran quedado atónitos, pero es que estamos de viaje, necesitamos esa información para mañana temprano, y son mas de las 20h por lo que temo que la tienda cerrará en cualquier momento.

La amable camarera, con quien ya hemos hecho buenas migas, me acompaña para presentarme a una chavala española que está destinada en turismo de ese establecimiento, la chica me dice que cerrarán a las 21h por lo que regreso para seguir disfrutando de mi cena tranquilamente, está todo muy rico, el ambiente es acogedor, y como terminamos hablando de música –con Encarna es un tema frecuente, y me encanta-, pues eso, que termino amenizándola los postres, ja,ja,jaaaaa, -flojito por supuesto, que una tiene su puntito de pudor- con una bossa nova brasileña llamada “eu sei que vou te amar , “a capela” ja,ja,jaaaaa, que soy entusiasta de la bossa nova: Toquinho, María Bethania, María Creusa, Vinicius de Moraes…,

Nos despedimos de la camarera diciéndola que estaba todo muy rico y que estamos "very happy", y al momento la camarera aparece con la bolsa que Encarna se ha olvidado en la mesa, y en ese segundo me doy cuenta de que la mía también la olvidé, volvemos a por ella, y risas generalizadas cuando se me ocurre explicar que “very happy, very happyyyyy…y no nos acordamos de nada mas”, el comensal de al lado se parte de la risa, yo creo que está pensando… estas turistas, son la monda, salen de casa y ya no controlan…. Ja,ja,jaaaa….si él supiera, ja,ja,jaaaa


Martes, 10 de Mayo: SZENTENDRE, SKANCZENy VISEGRAD

Madrugamos para que nos de tiempo a ver todo lo que queremos. Primero nos acercaremos a Szentendre, que es un pueblo a unos 10 km de Budapest, para lo cual –y tras nuestro acostumbrado cafetito-, tomamos el metro hasta Batthyany Ter, y allí enlazamos con un HEV que nos llevará al pueblo.

Al llegar, lo primero que vemos es una farmacia y aprovecho para comprar Paracetamol, que yo voy cada vez peor con mi trancazo. Preguntamos por turismo pero la farmacéutica no sabe si hay o no.




Comentamos que es algo sorprendente, que en sitios pequeños la gente no sepa ese tipo de cosas, anoche la chavala de turismo me contestó –le pregunté, soy así- que llevaba 6 meses viviendo en Budapest y no se había acercado aún a ese pueblo que está a 10 km, ni al siguiente que vamos a ver, nos resulta extraño –ni malo ni bueno, por supuesto, pero raro- la poca curiosidad que siente la gente por lo que le rodea,



Y nos adentramos en el pueblo. Según mi guía, es una pequeña ciudad con calles empedradas, edificios color pastel e iglesias ortodoxas. Nos gustó, está muy cuidado, y aunque no lo veo como un sitio imprescindible, la proximidad a Budapest justifica la visita, a este pueblo tranquilo y de bonitas casas con sus típicos tejados, encantador y muy turístico.



Aquí compramos imanes de recuerdo, y Encarna compra páprika. Entramos en una pastelería y nos compramos 2 pasteles gigantes riquísimos (tenemos foto), y seguimos deambulando, bajamos al borde del río, volvemos a subir, brujuleamos por todos los sitios que vemos, y cuando ya no nos queda mas por visitar, decidimos que es momento de salir hacia el Museo Húngaro al aire libre, que realmente es lo que creo que tiene mas importancia de este pueblo


MUSEO AL AIRE LIBRE- SKANCZEN-

al bajar del autobús preguntamos al conductor dónde y a qué hora es la vuelta, nos contesta que a cada hora y veinte minutos y que lo cogemos allí mismo. Esto es una carretera comarcal, y para llegar al museo debemos andar unos 100 metros y cruzar al otro lado de la calzada, allí mismo –en la misma puerta del museo- hay otra parada (esta sin marquesina, ni banco para sentarse, ni nada…. sólo la señal de parada), por lo que entendemos que a la vuelta deberemos esperar el autobús en esa parada –en esa dirección-.


El museo al aire libre es una recreación de un poblado húngaro del XIX, no cogimos la opción de recorrerlo en trenecito porque pensábamos que era mas pequeño y queríamos verlo paseando, un grave error porque aquello es inmenso.



Empezamos con una cerveza y un plato de cerdo a la páprika en la cantina (es la hora de comer y los inmensos pasteles que comimos en el pueblo ya están mas que digeridos), los camareros no se enteran mucho pero finalmente conseguimos lo que queremos, y a partir de ahí, visitar las casas, graneros, haciendas, curtiduría, molino, iglesia, cementerio, etc… las que están abiertas para facilitarte la visita, están custodiadas por empleados.



Es muy interesante, mas aún cuando –preguntando sobre el tema- la empleada que atiende la iglesia nos comenta que todas son edificaciones originales, rescatadas de distintos lugares de Hungría y puestas aquí para preservar este patrimonio y darlo a conocer.



Tras recorrer sólo la mitad del museo, comprendemos que es inabarcable, y que tampoco nos va aportar mucho mas el seguir viendo mas edificaciones similares, así es que decidimos marcharnos para continuar las visitas programadas del día. Son casi las 16h y el autobús pasará a las 16,20h, preferimos marcharnos ahora y esperar en la parada esos veinte minutos, porque si lo perdemos tendremos que quedarnos otra hora a esperar al próximo y ya tenemos prisa de que no se nos haga de noche para ir a Visegrad


Aquí se produce una anécdota que muestra el carácter de los Hungaros. Me caen fenomenal, son gente recia y amable, aunque no sonríen ni son simpáticos –cosa que en absoluto me molesta, lo digo de todo corazón, me gusta la gente amable, que se esfuerza por ayudarte, y la sonrisa o su ausencia no es algo que me importe demasiado-.



Dicho esto vamos con la anécdota: estamos esperando allí -con un sol de justicia y agotadas de tanto paseo por el recinto del museo-, sentadas en el suelo (llevo pantalón de tela fina y color crema, así es que ha sido todo un ejercicio de ingeniería poder sentarme en el suelo sin riesgo a mancharme). Al rato sale una empleada del museo, nos mira y nosotras la saludamos sonrientes, ella nos devuelve el saludo y se va a la parada de enfrente. Nosotras esperamos, y esperamos, y esperamos… y a las 16,20h aparece el autobús en la dirección contraria, y seguimos esperando suponiendo que el nuestro estará a punto de aparecer. 15 minutos después no nos cuadra nada y volvemos al museo a preguntar, está cerrado y el vigilante no quiere abrirnos, pero ante mi insistencia –que sólo me ha faltado incrustarle en el cristal el tiket de entrada para que el merluzo comprendiera que no pretendíamos entrar, sino sólo preguntar- abre pero (al igual que la farmacéutica del pueblo) ni él ni otro señor que le acompaña saben la dirección del autobús… esto se está poniendo incómodo, salimos –con ganas aún de tirar la última foto a la entrada- y veo en el parking a una señora que baja de un coche y me lanzo a preguntar, entre ella y la amable encargada de la tienda de souvenirs del museo –que está cerrándola- nos explican que la parada correcta –en horario de tarde- es la de la otra dirección, que la de la puerta es sólo para las mañanas. Gracias, ya lo tenemos claro. Y ahora –decimos nosotras- ¿no nos podía haber informado la que salió, viendo a 2 turistas despistadas esperando en una parada que sólo funciona por las mañanas?. Pues eso es lo que digo del carácter Húngaro: si les preguntas te contestan, pero no sale de ellos explicarte algo (como hacemos cualquier persona en Madrid cuando vemos un turista, yo me paso el día ofreciendo ayuda en el centro de Madrid a cualquier turista que veo complicándose con un mapa)… en fin, supongo que es cuestión de costumbres, no hay que olvidar que Hungría ha dejado el comunismo hace sólo 20 años y supongo que son secuelas, no sé.

Vale, pues a esperar –sentadas y en sombra, eso sí- al autobús de las 17,20h. Intencionadamente me asomo a la parada de enfrente y veo a un matrimonio esperando –como antes nosotras-, y me pongo a hacerles aspavientos de que allí no, que vengan… -es que yo soy Española, je,je,jeeee-.

Vamos súper mal de tiempo, el autobús nos deja en Szentendre, y conseguir los ticket para el que nos llevará a Visegrad se convierte en un caos, la taquilla está cerrada –aunque con personal dentro-, la máquina tiene 3 opciones a Visegrad y no sabemos cual es la que nos dejará cerca del Castillo en ruinas desde el que se ve la llamada “Curva del Danubio” que es lo importante de esta visita. Preguntamos al personal, y -tras ponernos muy pesadas- accede a salir a ayudarnos con la maquinita, ahora resulta que no acepta el billete de 2000 Ft que llevamos, menos mal que -tras intentarlo varias veces- el señor nos lo cambia por uno suyo y por fin conseguimos los ansiados billetes.

Se supone que queda tiempo hasta que llegue el autobús, y estamos absolutamente sedientas por la paliza de la visita al museo y las 2 horas de espera del autobús bajo un sol de justicia, nos acercamos a la tienda que vimos frente a la estación de tren y compramos 2 cervezas, que no nos da tiempo a tomar porque -cuando volvemos- encontramos al autobús que va a salir, ¡bien!.

Los autobuses, así como el metro y los HEV son viejos, y por descontado que no tienen incorporado ningún aviso -luminoso ni de otro tipo- para informar previamente de las paradas, pero a todos los conductores le hemos pedido que nos indiquen cuando estemos en la parada.

Llegamos a Visegrad, que es un pequeño pueblo situado a unos 20 km de Budapest (y unos 10 km del pueblo del que venimos –Szentendre-) y al bajar vemos el castillo. ¡Me quiero morir!, está en lo alto de una colina –montaña mas bien, diría yo-, cuya cota no se aprecia en absoluto en las fotos, estoy intentando documentarme para conocer la altura concreta pero no encuentro nada, seguiré buscando.



¿y tenemos que subir hasta allí?, me tengo por persona entrenada a caminar y en la bici… pero esto…. y con prisas… y sedientas…

Una parejita que vive allí nos lleva hasta donde comienza el camino de senderistas, es un camino poco conocido –creo que sólo los lugareños lo conocen- y nos dice que hay una carretera –muy larga- por donde suben los coches y autocares que hacen esta excursión,


Pues empezamos el calvario (nunca mejor dicho, porque al principio del camino están las estaciones de un calvario que llega hasta una pequeña ermita), voy sedienta pero no me atrevo a beber porque lo que llevamos es cerveza ¡y nada mas que me quedaba eso, que aunque esta cerveza tiene poca graduación no voy yo para hacer una subida alcohólica!, Encarna va mas tranquila –casi se diría que sin mucho esfuerzo-, pero yo me voy agotando por momentos porque no estoy precisamente en mis mejores condiciones: llevo 10 días tomando reconstituyente a diario –porque estoy floja-, y ahora le añadimos que por culpa del trancazo que llevo, no respiro absolutamente nada por la nariz, lo que no impide para que no pare de moquear, llevo una calentura en el labio, me duele la cabeza y tengo algo de fiebre… y así voy yo… subiendo aquella montaña infernal.

Decidimos que intentaremos aligerar todo lo posible, y cuando veamos que el sol se va a poner reemprenderemos la vuelta –sin importar a donde hallamos llegado-, porque el camino es estrecho, sólo nos hemos cruzado con 2 chicos que bajaban, estamos solas, ni que decir tiene que no está en absoluto iluminado –es una montaña-, y para colmo, en algunos tramos hay precipicio, así es que no podemos arriesgarnos a bajar oscurecido y poder tener un accidente absurdo.


En poco mas de media hora –con paso ligero-, alcanzamos el castillo en la cima, y lo que vemos compensa todo el esfuerzo, aunque si soy sincera en esos momentos tengo mis dudas porque bastante tengo con conseguir respirar. Pero sí, el castillo es chulo, pero lo mas importante, lo que hemos venido a ver: la Curva del Danubio se ve maravillosamente bien, por cierto que en ese momento nos recuerda a las vistas que teníamos desde el castillo de Salzburgo –en Austria- que también eran impresionantes. Unas cuantas fotos a la vista panorámica, que además está mas bonita aún porque el sol está poniéndose,


otras cuantas a nosotras mismas haciendo el ganso –lo que mejor se nos da, ja,jaaaaa- que si tirando una piedra a la catapulta, ahora sentadas en el trono medieval… en nuestra línea.

Y regresamos antes de que anochezca. Voy bastante chamuscada porque arriba me di cuenta de que he perdido mi pasmina blanca –es de buena lana, muy suavecita y me encanta-, Encarna opina que la encontraré de regreso pero no es así, y la verdad es que lo siento porque me gusta mucho. Cuando llegamos abajo, nos sentamos a esperar el autobús, Encarna se aleja un momentito, y yo me quedo allí -tan contenta porque además resulta que no había perdido la pasmina, no sé cómo pero se quedó enganchada a la espalda, y abajo la he visto-. ¡qué bien, con lo que me gusta!

El autobús nos devuelve a Szetendre, y ahora a esperar casi una hora al HEV que nos devolverá a Budapest, tenemos hambre pero no llevamos ya moneda local, y no hay abierto mas que puestos callejeros –un Gyro, que nos encanta- pero que estamos seguras de que no aceptan euros y menos tarjeta de crédito, así es que nos toca aguantarnos sin comer ni beber hasta Budapest. Esperando en la vía, se nos acerca un señor que nos indica –en un indeciso español, mucho mejor que mi inglés- que acaban de decir por megafonía (sólo en húngaro, como siempre) que el tren llegará por otra vía, menos mal que nos ha avisado porque lo hubiéramos perdido.

Bajamos en Batthani Ter, y como no tenemos monedas, y aprovechando que la noche está fantástica y que ya hemos descansado suficiente con tanto autobús y tren, decidimos volver caminando al apartamento, esto significa bajar un poco por la orilla de Buda hasta el Puente de las Cadenas, y tras atravesarlo volver a subir hasta el apartamento, ha sido una despedida nocturna muy agradable, -ya cerca de casa- hemos buscado una tienda 24h y comprado una cena rica que nos hemos tomado tan contentas en el apartamento. A dormir que mañana nos vamos.

Miércoles 11 de Mayo

Ayer le pusimos un correo al dueño del apartamento para que nos dijera si podíamos dejar las maletas hasta las 14h, y que él viniera a buscarnos a esa hora para llevarnos al aeropuerto en su coche.


Le ha parecido bien, así es que tenemos tranquilidad de poder disfrutar toda la mañana sin necesidad de estar tirando de maletas –que hubiera sido impensable, nos hubiera obligado a perder la mañana en el aeropuerto-, y aunque la opción de que nos lleve nos saldrá bastante mas caro que el bus con el que pensábamos ir al aeropuerto, lo preferimos por la tranquilidad y la comodidad, además del tema de las maletas mencionado.



No madrugamos porque ya sólo queremos dar un pequeño paseo y acercarnos a lo único que nos falta visitar: el Mercado Central,

paramos un rato en Erzsebet Ter viendo con mas detalle algunos edificios de trazas comunistas, volvemos a la Plaza de la Libertad, Plaza Vorosmarty, nos desviamos un poquito hacia San Esteban porque vamos buscando –sin éxito- una cafetería donde poder volver a desayunar pagando en euros, seguimos Vaci U.




y terminamos en el mercado, desayunamos en un puesto de la segunda planta (un café grande con un “donuts” artesano que llena el plato, en cuyo centro que no está hueco sino con una pequeña depresión nos ponen toneladas de mermelada, no hubo manera de acabarnos ese bollo tan rico, lo bueno es que en el mercado aceptan euros sin problemas, y aunque sale todo mas caro en euros nos merece la pena porque ya no nos queda moneda local, en otro puesto compro otro imán,


y salimos del mercado en dirección al café Nueva York que forma parte del famosísimo y precioso hotel Bóscolo, para lo cual seguimos caminando hacia el Museo Nacional. En la calle Rakoczi Ut compro en una farmacia apósitos para la calentura que llevo en el labio que cada vez me duele mas, es una calle con fachadas preciosas.



Hemos llegado al Nueva York a las 13,10h, así es que no podemos quedarnos a tomar un café ni nada porque en 45 minutos debemos estar en el apartamento, entramos en la cafetería y le pregunto a la señorita que está en la puerta si puedo sacar una foto, me contesta que no pues sólo está permitido a huéspedes del hotel o clientes, menos mal que al tiempo que se lo preguntaba le hacía una foto al techo, así es que al menos tengo una, pero muy mal por la cafetería Nueva York.



En la Gerbaud y en otros viajes no ha habido ningún problema de sacar una foto en una cafetería, o una farmacia antigua, lo que parece lógico ya que a ellos no sólo no les causa ninguna molestia, sino que además les publicitas con tus fotos, eso lo sabe cualquier persona inteligente, pero está claro que no se enteran.



Desde aquí seguimos por esta ancha calle para buscar el café Mozart –que a Encarna le hace ilusión- aunque finalmente no vale nada, pero no lo sabíamos y así lo vemos, y siguiendo esta calle que discurre en circunvalación, terminamos en Andrassy U, y ya con paso ligero llegamos al apartamento.



Aún nos han sobrado 20 minutos hasta que ha llegado el dueño, y nos ha llevado al aeropuerto, Encarna va nerviosita porque dice que preferiría que hablara sin quitar las manos del volante y la vista de la carretera, ja,ja,jaaaaa… claro que yo no puedo hablar muy fuerte, porque cuando toca estar en alturas soy yo la que me pongo nerviosita, así es que… cada cual con sus cosas, je,je.

Mas espera que la prevista en una sala minúscula en la puerta de embarque, pero un buen vuelo, y llegamos a la hora convenida a Madrid. Nos despedimos en el aeropuerto –a ella vienen a buscarla sus hijos-, yo tomaré el metro hasta casa. Fin del viaje.


RESUMEN DE IMPRESIONES

Un viaje maravilloso, Budapest es una ciudad que nos ha encandilado, tiene unos edificios maravillosos que son huella de su pasado Imperial, la gente correcta y amable –aunque no simpática, pero ya dije que eso no nos ha molestado en absoluto-, los transportes -aunque viejos a mas no poder- cumplen perfectamente su objetivo y son bastante eficaces. Es un poquito mas barato que España (siempre que pagues en su moneda local), aunque las entradas a sitios turísticos tienen un precio normal. La conexión con el aeropuerto se puede hacer en taxi (con tarifas fijas), aunque nosotras no lo hemos usado, pero lo sé.

Y lo hemos pasado genial, además este viaje ha podido ser mas relajado porque llevábamos un día de sobra (hasta ahora, en todos los viajes hemos llevado el tiempo justo o escaso, pero en este no y eso se nota en el relax con que caminas, ves las cosas, te entretienes, dos tardes las hemos dedicado al solaz de las termas y nos hemos reído y jugado como si fuéramos niñas… merece la pena llevar ese día extra, ojalá Encarna pueda hacerlo mas veces, yo sé que ella quiere, otra cosa es que pueda). Genial, fascinante y divertido… un viaje maravilloso.

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